El papel ha sido uno de los inventos que más ha colaborado en la evolución humana. Desde su origen, ha servido para transmitir el conocimiento y la información entre las diferentes generaciones.
El papel no es el soporte de escritura más antiguo: el primero fue el papiro, inventado por los egipcios hace cinco mil años. Le siguió el pergamino, obtenido a partir de la piel de cordero, ternera o cabra.
Existe una crónica china de la dinastía Han, del siglo I, dónde se puede leer que ya hacía muchos años se realizaba la escritura sobre un bambú o sobre retales de seda. Pero el primer sistema era muy pesado, y el segundo muy costoso. Fue entonces cuando Cai Lun, observando que estos materiales no eran los más adecuados para los manuscritos, puso su atención en la corteza de los árboles, en el cáñamo y en los paños deshechos. Presentó al emperador un nuevo sistema para transformar estas materias en una nueva superficie: el papel. Desde ese momento ya nada volvería a ser como antes en el mundo de la escritura.
El papel se inventó en el año 105 d.C. En ese año fue cuando Cai Lun, presentó su idea y nuevo proceso de elaboración del papel moderno.
Las técnicas mejoraron, y una vez perfeccionado el producto se difundió por China, Corea, Vietnam y Japón, que ya tenía documentos escritos sobre papel en el año 550.
Los árabes conocieron el producto en el siglo VIII, y sirvieron de difusores del producto a partir del 751, tras capturar en una batalla a cierta fuerza expedicionaria china entre los que se encontraban algunos fabricantes de papel.
Esta expedición se dirigía a Samarcanda, ciudad que durante más de un siglo tuvo el monopolio de su fabricación y fue centro de la vida cultural de Asia musulmana.
Los árabes no tardaron en trasladar a Bagdad las fábricas de papel, al principio con personal chino. Posteriormente, de allí pasó a Damasco y El Cairo.
España fue el primer país de Occidente en conocerlo y utilizarlo: el Misal de Silos del año 1000, es el manuscrito europeo escrito en papel más antiguo que se conoce.
La primera fábrica de papel europea estuvo en la valenciana ciudad de Játiva, cuyo papel de algodón o «carta bombiciana» tuvo fama en 1150.
A Italia llegó en el siglo XIII, y un siglo después había en Toscana tres fábricas del preciado producto, en cuya elaboración se había introducido una especie de motor de agua para el batido. Fábricas parecidas empezaron a instalarse hacia 1390, en la ciudad alicantina de Alcoy.
A Inglaterra no parece que llegara antes del XVI, en que Isabel I, dio licencia a su joyero para que instalara un molino de papel.
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